Una ruta milenaria a través del altiplano boliviano
La Travesía Atacama-Uyuni que ofrece Explora es un viaje profundo al altiplano andino; una inmersión en la región que solo es posible gracias a años de trabajo con las comunidades originarias locales.
La ruta que une San Pedro de Atacama –en el norte de Chile– y el salar de Uyuni –en Bolivia– es una zona de tránsito con miles de años de historia. La han recorrido los pueblos originarios andinos desde sus tiempos nómades en búsqueda de alimento y materias primas. Y la visitan hoy viajeros de todo el mundo, movidos por el carácter único de su geografía y cultura.
Entre ambos puntos, el viajero recorre la zona más seca del desierto de Atacama, que a su vez es el más árido del mundo, y se adentra en el altiplano de la Cordillera de los Andes. Se trata de una meseta cuya altura, cerca de 4 mil metros sobre el nivel del mar, solo es superada por mesetas en los Himalayas, y en la cual emergen hitos tan singulares como impactantes.
Un ejemplo son sus lagunas de intensos colores y grandes poblaciones de flamencos rosados. O los géiseres, aberturas en la tierra que expulsan agua caliente y vapor; y el salar de Uyuni: una planicie de sal de 10 mil km2, blanca y brillante, con 32 islas en su interior. Tras la puesta de sol, el cielo se convierte en protagonista al ser el mejor escenario del planeta para observar las estrellas.
Un acceso profundo
Existen múltiples maneras de conocer esta región altiplánica; pero para sumergirse en toda su magnitud es necesario revisitar senderos de valor ancestral, que cruzan territorios que hasta hoy pertenecen a comunidades originarias.
Por esto, cumplir con el marco regulatorio estatal de Bolivia es solo el punto de partida para Explora. Su propuesta es entregar un acceso profundo a los territorios, una inmersión en su geografía y cultura que solo se consigue con un trabajo colaborativo con las comunidades locales.
Explora ofrece un viaje que puede comenzar en su lodge de San Pedro de Atacama o en el de Uyuni. Entre estos, el viajero aloja en dos Mountain Lodge en las localidades de Ramaditas y Chituca, confortables refugios creados para descansar, cenar y contemplar el entorno.
Instalar estos Mountain Lodge en estas zonas extremas fue una operación compleja, que implicó construir confianza con las comunidades locales para trabajar en conjunto. El objetivo estaba claro: conseguir que el viajero se sienta como un invitado, en lugar de un intruso.
Trabajo colaborativo
“Al final, la base de toda la relación es la confianza en las personas que hacen las empresas. Se necesitan muchas horas de conversación, para así crear una relación humana, no puramente monetaria”, dice Juan Marambio –Gerente de sustentabilidad de Explora–, quien trabajó junto a Arturo Rosas –Gerente de destino– en el desarrollo de la Travesía Atacama-Uyuni.
Este último recuerda que construir esta relación con la comunidad fue un trabajo de años, de pequeños pasos: “Compartir almuerzos o una cerveza, participar de sus ceremonias y costumbres, como pijchar o masticar la coca”.
Marambio agrega que, luego de establecer un vínculo personal, dedicaron muchas horas a explicar en detalle su proyecto, para despejar los temores. Así consiguieron erradicar el estereotipo del gran hotel disruptivo, para instalar la realidad de sus Mountain Lodge: refugios livianos de 4 a 6 habitaciones que buscan intervenir al mínimo el paisaje, tanto así que pueden desmontarse. Arturo resume cuál fue la clave de todo el proceso: “Ser sincero, ser claro”.
Puertas adentro
Iris Nina tiene 38 años y nació en Jirira, donde actualmente se encuentra el lodge Uyuni. Vivió ahí hasta los 4 años y, como muchos miembros de su pueblo, se fue a La Paz para que sus padres pudieran trabajar en la ciudad. Desde ahí, regresaban a Jirira solo dos o tres veces al año para cuidar sus plantaciones de quínoa.
La llegada de Explora a la región ha significado el regreso de muchos integrantes de la comunidad, que ahora encuentran trabajo en su pueblo natal. Entre ellos, Iris: “Gracias al hotel volví a estar con gran parte de mi familia, ahora estamos muy apegados. Estamos reconociendo parte de la cultura que se estaba perdiendo”.
Además del arriendo de la tierra, Explora y la comunidad local acordaron un compromiso de compra de sus productos y la contratación de sus miembros para la operación del hotel. Y esto, para Explora, en lugar de condiciones, son oportunidades para agregar valor a la experiencia del viajero.
Cada lodge es operado por “campamenteros”, quienes reciben al viajero luego de sus exploraciones. Ellos se encargan de la cocina, el servicio y la mantención, con los equipos de Explora a modo de respaldo. Iris es campamentera de Uyuni, y disfruta en particular el trato con los viajeros. “Me gusta conversar, que se sientan bien, en confianza”, dice.
La propuesta gastronómica se creó con la asesoría de Ancestral, el premiado restaurante de La Paz, y ahí se capacitaron los campamenteros. El menú de los lodges recoge los ingredientes y preparaciones propios de la región, llevados a su máxima expresión. Iris, como representante de su comunidad, es quien presenta la comida:
“Esta noche vamos a comer Sajta de pollo –explica animada, frente a la mesa de los viajeros–. Es un pollo cocinado en ají amarillo. Viene con una pasta corta que nosotros tostamos primero. Cuando tiene un color doradito la echas al agua hirviendo con sal, entonces tiene un sabor característico, distinto a la pasta tradicional. Lo acompañamos de un chuño, una papa deshidratada rebozada en queso y huevo”.
Iris agradece la reactivación que ha tenido su pueblo desde la creación del lodge y comenta que incluso la escuela primaria de Jirira –cerrada porque la mayoría de los niños había migrado– está en proceso de reapertura por el regreso de los habitantes. “Explora vino a ser parte de la comunidad”, resume.